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Funeral histórico en el Vaticano: los detalles de la despedida de Benedicto XVI y el nuevo homenaje de Francisco

Mientras un río de gente, superior al que se esperaba y que en tres días alcanzó a 195.000 personas (solo hoy, 60.000), siguió rindiéndole homenaje a Benedicto XVI en la imponente capilla ardiente en la Basílica de San Pedro, todo está listo para su funeral solemne de mañana.

Aunque no será un funeral de Estado porque se trata de un papa emérito, que abdicó en 2013 conmoviendo al mundo y dándole lugar a un cónclave inédito, con un papa aún vivo, será una ceremonia bastante parecida.

Pese a los deseos de “simplicidad” de Joseph Ratzinger y que solo fueron invitadas dos delegaciones, una alemana –país natal de Benedicto- y una italiana –su segunda patria, donde el gran teólogo vivió más de 40 años-, finalmente, a título personal y por voluntad propia asistirán tres monarcas, nueve presidentes, cuatro primeros ministros, cardenales, patriarcas y representantes de otros credos.

Además, tal como explicó el vocero papal, Matteo Bruni, la ceremonia fúnebre, que tendrá lugar en la Plaza San Pedro y a la que se espera asistan unas 65.000 personas en medio de ingentes medidas de seguridad, será muy similar al tradicional adiós que suelen tener los pontífices, pero con “adaptaciones” y cambios al ser emérito, es decir, no reinante.

“La liturgia ‘grosso modo’ calca el modelo de exequias de un sumo pontífice. La base es esa, con algunos elementos originales que dan originalidad al rito y otros que faltan por ser propios al pontífice reinante”, dijo Bruni.

Los más de mil periodistas de 30 países acreditados para un evento seguramente histórico –el primer papa de la era moderna que despide a su antecesor-, intentaban dilucidar similitudes y diferencias de la liturgia, que será presidida por Francisco y concelerbada por el cardenal italiano Giovanni Battista Re, decano del colegio cardenalicio, junto a unos 120 cardenales, 400 obispos y 3700 sacerdotes.

Según el librito de la celebración difundido por el Vaticano, la misa será oficiada en latín, con lecturas elegidas especialmente para la ocasión -un pasaje del Libro del profeta Isaías y la Primera Carta de San Pedro- en español, inglés e italiano, distintas de las que habría en exequias de un papa reinante.

También fueron reformuladas algunas oraciones y ya no estarán súplicas finales de la Iglesia de Roma y de las Iglesias orientales. Por supuesto se rezará en alemán, por el papa emérito “que se ha dormido en el Señor”, y se pedirá “que el eterno Pastor lo reciba en su reino de luz y de paz”. En seguida después, en francés, en otra intención se pedirá “por nuestro papa Francisco y por todos los pastores de la Iglesia: que anuncien intrépidos, con palabras y con obras, la victoria de Cristo sobre el mal y sobre la muerte”.

A diferencia de lo que sucedió durante el último funeral de un papa en el Vaticano, en abril de 2005 con Juan Pablo II -cuando Roma fue invadida por una marea humana nunca antes vista, en un clima de luto totalmente distinto al que se vivió en estos días-, el ataúd de Benedicto no llegará a la plaza en una procesión solemne pública desde el Palacio Apostólico, donde el 2 de abril murió el papa polaco (1978-2005). Su cuerpo, ya en el interior de un féretro de ciprés forrado con terciopelo bordó, saldrá de la Basílica de San Pedro en torno de las 8.50 (hora local), unos 40 minutos antes del inicio del funeral a las 9.30 (las 5.30 de la Argentina), mientras los fieles estarán rezando en la Plaza el rosario.

Como para marcar otra diferencia y que no se trata del funeral de un Papa reinante, sino emérito, no será un día feriado en el Estado del Vaticano. “Los empleados de la curia romana y del governatorato” de todos modos podrán participar “libremente” de las exequias, aún siendo en horario de trabajo, avisaron en una circular interna.

El gobierno italiano de Giorgia Meloni, sin embargo, dispuso que mañana todas las banderas italianas y de la Unión Europea de los edificios públicos estén a media asta, debido a las exequias de Joseph Ratzinger. En su Alemania natal las campanas de las iglesias lo recordarán sonando a las 11.

Al final de la misa solemne de adiós se impartirá la “Ultima Commendatio” y la “Valedictio”, las bendiciones que preceden a la sepultura. Y entonces, en esa parte final, Benedicto XVI, que murió a los 95 años el sábado pasado y que fue durante más tiempo papa emérito que reinante, sí tendrá un trato similar al de un Papa en funciones.

En su ataúd de ciprés, que será cerrado ya esta noche, serán introducidas las medallas y monedas acuñadas durante su pontificado, entre 2005 y 2013, así como los distintos palios que tuvo como arzobispo y papa y el llamado “rogito”. Es decir, el texto en latín que describe brevemente su pontificado, colocado en un cilindro de metal. Algo que, en el funeral de su antecesor, Juan Pablo II, en 2005, se leyó públicamente.

También como sucede con todos los papas, Benedicto reposará en un triple féretro: el atáud de ciprés que se verá en el funeral, en efecto, será colocado luego adentro de otro de zinc sellado que, a su vez, será puesto adentro de un tercero de madera de olmo. Como ya se indicó y por deseo del papa emérito, en forma privada será sepultado en la cripta de la Basílica de San Pedro, en la misma tumba en la que estuvieron antes san Juan XXIII y san Juan Pablo II, que luego de ser beatificados fueron trasladados al piso superior del templo para que los fieles pudieron acceder más fácilmente para venerarlos.

Homenaje

Francisco, de 86 años y que mañana estará bajo los reflectores de todo el mundo para una ceremonia sin precedente, volvió a recordar hoy a su querido antecesor, que con su clamorosa renuncia cambió la historia de la Iglesia, en la audiencia general de los miércoles.

“Antes de comenzar esta catequesis, quisiera que nos uniéramos a los que están aquí a nuestro lado rindiendo homenaje a Benedicto XVI y dirijo mi pensamiento a él, que fue un gran maestro de catequesis”, subrayó Francisco, que convivió con el otro papa, retirado, en una cohabitación inédita, que sorprendió al principio, pero que se normalizó con el paso del tiempo.

“Su pensamiento agudo y educado no era autorreferencial, sino eclesial, porque siempre quiso acompañarnos al encuentro con Jesús. Jesús, el Crucificado resucitado, el Viviente y el Señor, fue la meta a la que nos condujo el papa Benedicto XVI, llevándonos de la mano”, destacó Francisco, que finalmente exhortó: “Que nos ayude a redescubrir en Cristo la alegría de creer y la esperanza de vivir”.

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